La aparición, el pasado 4 de septiembre de la dolorosa foto de Daylan, el niño sirio cuyo cadáver fue rescatado en una playa de Turquía, provocó un sentimiento encontrado de pena y admiración. Por un lado, admiración al ver como la UE, los gobiernos que la componen, las diferentes instituciones y sobre todos los ciudadanos, respondieron al trágico hecho, demostrando su intención de querer sumar su aporte a la causa de los refugiados tras tomar conciencia sobre los estragos de la guerra en Siria. Sin embargo, por otro lado, resulta penoso que desde entonces hayan muerto más de 80 niños en aguas del Mediterráneo frente a Grecia e Italia, pero que estos no hayan provocado en la prensa una repercusión similar al “efecto Daylan” y no sean considerados noticia.
Centrándonos en la parte admirable, como ya la prensa y los colectivos sociales han informado, Barcelona se ha sumado desde hace varias semanas a la política de acogida de refugiados que comenzarán a llegar muy pronto desde Grecia e Italia, lugar donde se encuentran en condiciones de precariedad miles de Sirios, Afganos, Iraquíes e inmigrantes de otras nacionalidades. Estas personas están a la espera de una respuesta por parte de una Europa más preocupada por reforzar sus fronteras que por brindar una acogida digna en respeto de los derechos humanos para aquellos que, arriesgando sus vidas, alcanzaron a llegar a tierras europeas.
Muchos Ayuntamientos han dado la bienvenida en su día a los refugiados, con aquellas pancartas de “refugees welcome” que expresaban animosamente en inglés el deseo de recibirlos . Concretamente, en Barcelona –ciudad en la que resido y cuyo caso por ende conozco más de cerca-, el Ayuntamiento, algunas otras entidades autonómicas y la red de organizaciones de la sociedad civil, están coordinando esfuerzos y diseñando planes logísticos para dar respuesta a estas futuras llegadas. He podido constatar también que se está haciendo un esfuerzo de sensibilización hacia la opinión pública, con el fin de informar de los preparativos y alentar los magníficos gestos de muchos ciudadanos anónimos, que aportan lo que pueden a esta noble causa, durante mucho tiempo sepultada en esa tremenda amnesia colectiva que afecta a muchos sectores de la sociedad española.
La prensa ha anunciado que en los próximos días llegarán a España los primeros 50 refugiados que están siendo seleccionados por el gobierno español en los centros de acogida en Italia y pronto sabremos cuales son las nacionalidades que constituirán ese primer contingente y cuantos de ellos llegarán a Catalunya.
En el marco de esta situación que desborda a Europa y que llega incluso a cuestionar el propio tratado de la Unión Europea en cuanto al libre tránsito de personas y la supresión de fronteras, deseo compartir algunas lecciones aprendidas tras los 42 años que he dedicado al quehacer humanitario en torno a la defensa de las víctimas de los desplazamientos forzados.
Mis lecciones aprendidas en esta materia son las siguientes:
A) Ordenar, priorizar y canalizar la solidaridad.
Es preciso aplaudir todas y cada una de las manifestaciones de solidaridad provenientes de la sociedad civil, pero es necesario canalizar esas ofertas generosas hacia las Organizaciones no Gubernamentales y otras instituciones que desde hace años están dedicadas a la protección y la acogida de los solicitantes de asilo y de los refugiados. Estas organizaciones podrán orientar y optimizar ese esfuerzo ciudadano basándose en su experiencia y en sus necesidades para mejorar y complementar la acogida.
B) Promover que la solidaridad epidérmica o el afecto “Alka Seltzer” no se diluya y se transforme en solidaridad a mediano y largo plazo.
Los primeros refugiados que lleguen a España serán noticia en los medios pero los futuros arribos de éstos serán mas anónimos pues este tema dejará de ser noticia.
Ante esta explosión de solidaridad hacia los refugiados, se debe tener en cuenta que los verdaderos retos a la inserción de los recién llegados a la sociedad de acogida van a manifestarse tras un período aproximado de seis meses desde su llegada, durante el cual las organizaciones que los atienden disponen de financiamiento para las necesidades más urgentes en materia de alojamiento, alimentación, salud, educación, etc. La experiencia nos indica que transcurrido ese período los refugiados deberán hacer frente a los retos más complejos, tales como búsqueda de vivienda, inserción laboral, aprendizaje del nuevo idioma de acogida (castellano, catalán, etc.), obtención de plazas en las escuelas para los niños y un largo etcétera. En esta etapa el apoyo ciudadano puede jugar un rol fundamental para aquellos refugiados que hayan decidido para ese entonces continuar viviendo en nuestra sociedad.
C) Hacer que los refugiados sean conscientes de las consecuencias de la aplicación de los Acuerdos de Dublín.
La experiencia nos ha enseñado que los refugiados podrían decidir dirigirse hacia otros países europeos donde sus compatriotas hayan encontrado una inserción laboral o un proyecto de continuar sus estudios que consideren más beneficioso, por una u otra razón . Algunos, sin lugar a dudas, intentarán enlazar y finalmente convivir con sus familiares que se encuentren destinados a otro país europeo a causa de esta política de reubicación diseñada por la Unión Europea, o simplemente se sentirán mas atraídos por vivir en otro país donde resida un gran número de ciudadanos de su misma nacionalidad.
En este sentido, la aplicación de los Acuerdos de Dublín entre los países de la UE permitirá a cualquier país donde se dirijan estos refugiados asignados a España y que decidan por propia iniciativa marcharse, su reenvío al territorio Español, dado que sus huellas digitales están registradas y compartidas. Es fundamental alertar a los nuevos llegados que aunque decidan trasladarse, no podrán obtener ni residencia legal ni permiso de trabajo en el nuevo destino, por aplicación de los acuerdos vigentes.
D) Orientar la solidaridad ciudadana
Estoy convencido de que este estallido de solidaridad hacia los nuevos refugiados es legítimo por una gran parte de la ciudadanía. Sin embargo, las imágenes que publican constantemente los medios de prensa nos muestran que una gran mayoría de ciudadanos sirios que huyen parecen pertenecer a la clase media, ya que muchos entrevistados son profesionales y/o estudiantes universitarios y se expresan con facilidad en inglés.
Asimismo, la terrible foto de Dylan, el niño ahogado, nos muestra a un chiquillo de tez blanca, vestido como cualquiera de los niños de nuestra sociedad y esto tiene un efecto multiplicador en muchas conciencias, pues los refugiados sirios son físicamente parecidos a muchos de los ciudadanos de nuestras sociedades occidentales, lo que genera un efecto de empatía muy fuerte.
Tras asistir a uno de los múltiples foros que se organizan en Barcelona en torno a la guerra de Siria y los refugiados, escuché el testimonio de alguien que tomó la palabra y comentó que en su barrio, un ciudadano se acercó para expresarle su solidaridad que ofreciendo una habitación en su casa para alojar a los nuevos refugiados sirios. Cuando se le explicó que entre los refugiados habría también ciudadanos de otras nacionalidades y de diferentes grupos étnicos y que incluso también cabía la posibilidad de que esa habitación se cediera a otro inmigrante o refugiado del continente africano que ya residiese hace tiempo en Catalunya, el ciudadano en cuestión decidió que sólo mantendría su generoso ofrecimiento habitacional bajo la estricta condición de que éste fuera destinado a un refugiado de origen sirio.
En este sentido, todos tenemos que contribuir a sensibilizar a la opinión pública de que no existen refugiados “de primera” como podrían ser los sirios actualmente al beneficiarse de una enorme cobertura mediática; o como lo fueron en su día los refugiados provenientes de los países Balcánicos hace ya varios años, con los que instantáneamente empatizamos, al ser físicamente parecidos y provenir de países cercanos al nuestro.
Es preocupante, en el contexto actual, que la atención se centre en los “nuevos” refugiado, pues provienen de países que hoy padecen graves violaciones de derechos humanos, y se dejen de lado los “antiguos”. Las Organizaciones no gubernamentales que trabajan en la ayuda a los refugiados, son muy conscientes de la “agenda pendiente” actualmente existente para resolver los inconvenientes que atraviesan los solicitantes de asilo y refugiados que viven en España desde hace ya varios meses o años y que son pocos conocidos por la opinión pública y los ciudadanos en general.
El hecho que muchos solicitantes de asilo en territorio español deben esperar hasta seis meses para ser entrevistados y poder iniciar los trámites ante las autoridades competentes del Ministerio del Interior, es un claro ejemplo del olvido por parte de la Administración de los “antiguos” solicitantes de asilo, al que se debe seguir exigiendo una pronta solución, por más que ahora se atienda rápidamente a los nuevos refugiados que llegan bajo el programa de reubicación.
Recordemos además que hay muchos otros solicitantes de asilo y refugiados sirios que llegaron por otras vías de entrada -como por ejemplo Ceuta- y que raramente son noticia en los medios o en las conciencias de muchos ciudadanos que hoy quieren ayudar a los sirios recién llegados.
Muchos de estos “antiguos” refugiados o solicitantes de asilo que hoy conviven con nosotros, también huyeron y continúan huyendo de graves violaciones de derechos humanos en países menos mediáticos para la opinión pública española tales como las guerras en el continente africano. También los refugiados palestinos o los saharauis entran en esa calificación de “antiguos” refugiados y necesitan urgentemente de nuestra solidaridad.
E) El debate sobre la Convención de Ginebra de 1951 y los refugiados
Durante estos días en los que estoy asistiendo a varios foros organizados en torno a los refugiados, leo algunos artículos de prensa en los cuales algunos actores de la sociedad civil plantean que hay que incluir en la agenda la discusión acerca de la necesidad de reformar la Convención de Ginebra de 1951 y sus protocolos, para así introducir en el nuevo instrumento internacional la protección a los migrantes.
Basan su argumentación en que estos últimos también huyen de violaciones de otros derechos humanos, como la pobreza, la falta de acceso a la educación, etc. En dicho debate, yo me sumo a la posición planteada por otros defensores del derecho de asilo, oponiéndome a esta reforma.
Los que trabajamos en torno a la defensa de los derechos de los refugiados, seguimos constatando como los Estados Europeos aplican una interpretación cada vez más restringida de este instrumento internacional vigente, por lo que abrir este debate nos expondría a que un nuevo e hipotético instrumento internacional que pudiera aprobarse, reduciría aún más la definición del término refugiado, así como también sus derechos y obligaciones.
Todo ello en un contexto en el que la Unión Europea intenta cada día restringir al máximo su aplicación, continúa externalizando la selección de candidatos al asilo y fortaleciendo sus fronteras exteriores, impidiendo de esta manera que muchas víctimas de violaciones de derechos humanos puedan ejercer el legítimo derecho de solicitar asilo tal y como lo garantiza la Convención de Ginebra.
Esto no implica que debemos claudicar en la lucha para que los migrantes tengan acceso a instrumentos jurídicos vinculantes que garanticen sus derechos humanos, pero este esfuerzo no puede ir en detrimento de las garantías alcanzadas en la Convención de Ginebra de 1951 y que hoy tanto nos cuesta que se respeten.
Conclusión
Estoy convencido que debemos ejercer nuestros derechos ciudadanos y en particular el derecho al voto, para así reclamar leyes, políticas públicas que canalicen la solidaridad y comporten el respeto de los derechos humanos de inmigrantes y refugiados por igual.
Debemos estar atentos y no permitir que se sigan añadiendo muros físicos y burocráticos a las fronteras legales que impiden ejercer el derecho de asilo. No contribuyamos a levantar un muro de indiferencia ante el inmigrante y el refugiado que vive en nuestra comunidad, para evitar así su exclusión.
Excelente artículo, nos hace reflexionar sobre nuestro papel en el tema de inmigrante y refugiados/as…y lo más importante que no debemos olvidar es permitir que los seres humanos tengan que dejar su familia su patria para salvar sus vidas…tenemos que trabajar muy fuerte para tirar muros y lograr que los gobiernos no sean exportadores de inmigrantes y refugiados. Mi respeto y admiración por tu trabajo humanitario.