En el año 2015, Latinoamérica y el Caribe concentraron 42 de las 50 ciudades con mayores tasas de homicidios del mundo, según un informe del Instituto Seguridad, Justicia y Paz. Caracas ocupó la primera posición del ranking con la espeluznante tasa de 119 homicidios por cada cien mil habitantes. Le siguieron la ciudad hondureña San Pedro Sula y la capital de El Salvador, San Salvador, con 111 y 108 homicidios por cada cien mil habitantes, respectivamente.
El informe demuestra la magnitud de la violencia que azota América Latina y el Caribe. Una región en la cual no hay conflictos armados interestatales ni guerras internas, salvo en el caso colombiano. La ‘nueva violencia’ latinoamericana es perpetrada entre ciudadanos (1) y sus cifras superan con holgura aquellas de países en guerra. Las armas de fuego juegan un rol preponderante en estas olas de violencia. No sólo son el arma homicida favorita, sino que en las últimas décadas se incrementó su uso en la comisión de delitos (2), a la vez que el aumento de la inseguridad y la desconfianza en las autoridades propiciaron una mayor disposición a adquirirlas como instrumento de defensa personal. Ello, en una región que además cuenta con importantes excedentes de armas de fuego que datan de las dictaduras y conflictos armados anteriores (3).
En el informe La influencia de la posesión civil de armas de fuego en las tasas de homicidio de América Latina y el Caribe (4) se analizaron 26 países y territorios de la región con datos de 2007 a 2012. A continuación se presentan los principales resultados.
Desafiando aquellas teorías criminológicas que sugieren que un mejoramiento en los indicadores socioeconómicos vendría acompañado de una reducción en las tasas de criminalidad y violencia (5; 6; 7), la violencia criminal en América Latina y el Caribe aumentó drásticamente durante la década pasada y supuso la muerte de más de un millón de personas (2). Hoy, la inseguridad, el crimen y la violencia urbana se han convertido en el problema más acuciante de la región (8; 2).
Más allá de los casos extremos -la tasa de homicidios de Honduras en 2012 fue dos veces mayor que la tasa general de muertes violentas de Afganistán y casi cuatro veces mayor que la de Iraq (9; 10)-, la mayoría de los países y territorios analizados tienen tasas de homicidio altas o muy altas. En concreto, 22 de los 26 casos estudiados superaron la tasa global de homicidios (6,2 por cien mil habitantes) (Gráfico 1). Mientras algunos autores consideran que estas tasas son congruentes con la alta desigualdad, la baja presencia policial y las –relativamente- bajas tasas de encarcelamiento en la región (11), otros las consideran desproporcionadamente altas en relación a los niveles de ingreso per cápita, desigualdad y pobreza (12).
Gráfico 1: Tasas nacionales de homicidio por 100 mil habitantes, promedio 2007-2012
Fuente: Elaboración propia, a partir de datos de Geneva Declaration Secretariat (2015); *Promedio de los datos correspondientes a las tasas nacionales de homicidios 2007-2012, o último año disponible.
Como ya se dijo, las armas de fuego juegan un rol preponderante en esta dinámica. Además de ser el arma homicida preferida, su uso para cometer homicidios es más frecuente que en el resto del mundo (13; 14). La media mundial de homicidios cometidos con armas de fuego (46, 3 por ciento) es superada en todas las subregiones, alcanzando incluso el 65 y 69 por ciento en el Caribe y Centroamérica (Gráfico 2).
Gráfico 2: Relación entre tasas nacionales de homicidio y porcentaje de homicidios por armas de fuego, promedio 2007-2012
Fuente: Elaboración propia, a partir de datos de Geneva Declaration Secretariat (2015); *Promedio de los datos correspondientes a las tasas nacionales de homicidio por cada 100 mil habitantes de 2007-2012, o último año disponible; **Promedio de los datos correspondientes a las tasas nacionales de homicidios cometidos por armas de fuego por cada 100 mil habitantes de 2007-2012, o último año disponible. No hay datos correspondientes a Haití.
A pesar de ello, la tasa estimada de posesión civil de armas de fuego es relativamente baja en la comparativa global. Esta varía entre dos armas por cada 100 habitantes en Cuba hasta las 32,6 por cada 100 habitantes en Uruguay (Gráfico 3). Finlandia y Suiza, por ejemplo, tendrían 45,3 y 45,7 armas pequeñas por cada 100 habitantes, respectivamente, siendo dos de los países más pacíficos del mundo. Es así que tampoco en la región hay una relación lineal entre las tasas de homicidio y la proliferación civil de armas de fuego. Hay países fuertemente armados pero relativamente pacíficos, y países con pocas armas de fuego pero altísimas tasas de homicidio.
Gráfico 3: Tasas de posesión civil de armas de fuego por cada 100 habitantes, 2012
Fuente: Elaboración propia, a partir de estimaciones de Karp (2012).
Donde sí puede identificarse una correlación es entre el porcentaje de homicidios cometidos con armas de fuego y las tasas nacionales de homicidio. Es decir, tasas altas de homicidio suelen venir acompañadas de porcentajes altos de homicidio cometidos con armas de fuego (Gráfico 2).
Asimismo, con las estadísticas de homicidio y las estimaciones sobre la posesión civil de armas de fuego pudo elaborarse un índice de letalidad de las mismas. Esta es especialmente alta en América Central y el Caribe, así como en países cercanos de América del Sur (Gráfico 4).
Gráfico 4: Letalidad de las armas pequeñas en 25 países de Latinoamérica y el Caribe, promedio 2007-2012
Fuente: Elaboración propia, a partir de estimaciones de Karp (2012) y Geneva Declaration Secretariat (2015); *Aquí la letalidad es el cociente de la división entre la tasa nacional de homicidios cometidos con armas de fuego por cada 100 mil habitantes y la tasa de posesión civil de armas pequeñas por cada 100 habitantes.
La letalidad de las armas de fuego no parece estar determinada por su proliferación, sino por el contexto social en el que están inmersas. Estudios e informes destacan entre los factores sociales que actúan como catalizadores de violencia armada la urbanización rápida y descontrolada, un porcentaje alto de hombres jóvenes que no trabajan ni estudian, la alta desigualdad económica, un historial de conflicto armado reciente, eventos violentos en países vecinos, migraciones masivas y, sobre todo, la presencia de narcotráfico y de grupos armados altamente estructurados, como las pandillas y maras.
La fuerte presencia de estos factores en gran parte de América Latina y el Caribe permiten suponer que la región podría beneficiarse en gran medida de una reducción de las armas de fuego en manos de la población civil.
Si bien el aumento de la violencia armada entre ciudadanos propició la movilización social, una mayor sensibilidad frente a la problemática y un cambo actitud en varios gobiernos, los esfuerzos por reducir la proliferación de armas de fuego han sido tímidos. Para poder asumir un mayor control de la situación, los Estados deben implementar políticas acertadas y regulaciones efectivas, y ello depende necesariamente de información certera sobre armas de fuego y usuarios, la cual actualmente es muy deficitaria. En aras de reducir la violencia e inseguridad que azotan la región, el desarme de las sociedades latinoamericanas es una medida insuficiente, pero ineludible.
Consulta el informe completo aquí.
Bibliografía
(5) Agnew, R., 1992. Foundation for a General Strain Theory. Criminology, 30(1), pp.47–87.
(12) Galiani, S. & Jaitman, L., 2015. Crimen: La anomalía latinoamericana. Foco economico: Un blog de economía bastante racional. Accesible en: www.focoeconomico.org/2015/05/17/crimen-la-anomalia-latinoamericana/ [Accedido el 26 de Enero de 2016].
(9) Geneva Declaration Secretariat, 2015. Global Burden of Armed Violence 2015: Every Body Counts, Geneva: Geneva Declaration Secretariat.
(13) Gilgen, E., 2012. A Fatal Relationship: Guns and Deaths in Latin America and the Caribbean. In Small Arms Survey, ed. Small Arms Survey 2012: Moving Targets. New York: Cambridge University Press, pp. 9–39.
(3) Karp, A., 2011. Excedentes de armas en América del Sur. Documentos de Trabajo de Small Arms Survey, 7.
Karp, A., 2012. Measurement and use of statistical data to analyze small arms in the Caribbean and Latin America, Mexico City: Report to the UNODC-INEGI Center of Excellence.
(1) Koonings, K. & Kruijt, D., 2004. Armed actors, organized violence and state failure in Latin America: a survey of issues and arguments. In K. Koonings & D. Kruijt, eds. Armed actors: Organized violence and state failure in Latin America. London: Zed Books, pp. 5–15.
(8) Lagos, M. & Dammert, L., 2012. La Seguridad Ciudadana: El problema principal de América Latina, Lima: Corporación Latinobarómetro.
(6) Merton, R.K., 1938. Social Structure and Anomie. American Sociological Review, 3(5), pp.672–682.
(2) PNUD, 2013. Informe Regional de Desarrollo Humano 2013-2014. Seguridad Ciudadana con rostro humano: diagnóstico y propuestas para América Latina,
(7) Richard A., C. & Ohlin, L.E., 1960. Delinquency and Opportunity: A Theory of Delinquent Gangs, Glencoe, IL: Free Press.
(4) Sanjurjo, D., 2016. La influencia de la posesión civil de armas de fuego en las tasas de homicidio de América Latina y el Caribe, Real Instituto Elcano.
Seguridad, Justicia y Paz, 2016. Caracas, Venezuela, es la ciudad más violenta del mundo. Accesible en: http://www.seguridadjusticiaypaz.org.mx/biblioteca/download/6-prensa/230-caracas-venezuela-es-la-ciudad-mas-violenta-del-mundo [Accedido el 26 de Enero de 2016].
Soares, R.R. & Naritomi, J., 2010. Understanding High Crime Rates in Latin America: The Role of Social and Policy Factors. In R. Di Tella, S. Edwards, & E. Schargrodsky, eds. The Economics of Crime: Lessons for and from Latin America. Chicago: University of Chicago Press, pp. 19–55.
(14) UNODC, 2011. Global Study on Homicide 2011, United Nations Publications.
(10) UNODC, 2014. Global Study on Homicide 2013, United Nations Publications.
Pingback: PPC: Plataforma de Pensamiento Crítico | Carta Democrática ¿una respuesta a la crisis venezolana?
Pingback: Carta Democrática ¿una respuesta a la crisis venezolana?